jueves, 17 de mayo de 2012

El valor de la mirada

-No temas- le cogió de la cara y le dio un fuerte beso en la frente- voy a estar siempre contigo, aún cuando el mundo se derrumbe y las nubes te impidan ver el mundo, aún cuando los pajaros dejen de piar, aún cuando tu no quieras nada más que sucumbirte en las misma tristeza

-No entiendes nada- dijo abatida- ya es demasiado tarde, cuando creia que el mundo se derrumbaba no podía oir tu voz, cuando los pajaros dejaron de piar, tu tocabas con tu gran saxofón la felicidad en melodía, y aquí estoy sucumbida y abatida, en la misma tristeza y tu estás ahí, intentando que te escuche, cogiendo mis manos y tocando tu rostro, ¿Asi podré ser feliz?

- Te quiero- dibujó en el cristal- aunque no puedas oirme, si puedes verme y tocarme. Ven y dame un beso, me da igual como seas, me da igual si tienes los ojos verdes o marrones, yo si puedo oirte pero no puedo verte y quiero estar toda la vida tocando tu piel, olor a vainilla.

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